Nuestra bodega constituye un proyecto pionero y modélico, conseguido gracias al tesón de su creador, Lidio Nieto Jiménez, quien consiguió fusionar distintos minifundios para reunir las 40 hectáreas de viñedo propio que rodean la edificación. En algunas zonas se ha respetado el tradicional cultivo en vaso, mientras que en los terrenos antes yermos se ha apostado por la plantación en espaldera, mucho más favorable para las nuevas tecnologías y la salud de la viña.

La producción está focalizada en nuestras uvas autóctonas, garnacha para los tintos y albillo real para el blanco, aunque completada con una pequeña plantación de tempranillo. Tras una vendimia selectiva, que se realiza en el momento óptimo de maduración y en las horas más frescas del día, incluso durante la noche, para evitar que el calentamiento de la uva eleve el contenido en azúcares, se realiza la crianza en recipientes de distintas maderas y volúmenes. Finalmente, los vinos redondearán su complejidad en botella, en la sala de jaulones.

El resultado son unas referencias que expresan toda la personalidad del terroir y que aguardan su puesta en circulación entre los muros de nuestra bodega, una bodega con alma.